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Automedicación y uso responsable de medicamentos

Automedicación y uso responsable de medicamentos

Un medicamento es una sustancia con propiedades para el tratamiento o la prevención de enfermedades. También se consideran medicamentos aquellas sustancias que se utilizan o se administran con el objetivo de restaurar, corregir o modificar funciones fisiológicas del organismo o para establecer un diagnóstico médico.

Se debe entender un medicamento como un instrumento de salud y no como un bien de consumo motivo por el cual su uso debe adecuarse de cada individuo.

La automedicación, es decir, la administración por cuenta propia de un medicamento es un hecho cotidiano y habitual en nuestra sociedad que se da en la mayoría de los hogares.

Se define clásicamente como la utilización de medicamentos, hierbas y remedios caseros por iniciativa propia o por consejo de otra persona sin ninguna intervención por parte del médico. A la vista del desarrollo del sistema sanitario actual, en los países del primer mundo, la automedicación puede considerarse más como "la voluntad y capacidad de las personas o pacientes para participar de manera inteligente y autónoma en las decisiones y en la gestión de las actividades preventivas, diagnósticas y terapéuticas que les atañen" (JR Laporte).

Esta utilización por voluntad propia puede ocasionar perjuicios o beneficios al paciente. Es decir la automedicación no debe entenderse siempre como un acto erróneo sino que llevada a cabo de forma responsable puede aportar ventajas.

Peligros de la automedicación

Según datos de una Encuesta Nacional de Salud, la automedicación representa un 15% del consumo de medicamentos del sistema sanitario público y que más de la mitad de las personas consumen fármacos a pesar de "encontrarse bien".

Es frecuente la consulta al conocido o familiar sobre fármacos que le "han ido bien o mal" frente a un problema. Es importante tener en cuenta que cada persona reacciona de forma distinta ante un mismo fármaco y que además, las características de su enfermedad no son equiparables a las de otro paciente.

Los peligros más frecuentes de la medicación se resumen en:

  • Aparición de toxicidad en forma de efectos secundarios, reacciones adversas e intoxicación.
  • Dependencia o adicción.
  • Interacciones con otros medicamentos. La asociación de medicamentos puede ser peligrosa.
  • Falta de efectividad por no estar indicados en esa enfermedad, dosis inadecuada o tiempo de administración incorrecto. Esto es especialmente preocupante con los antibióticos de los que se tiende a abusar en casos no indicados (por ejemplo una gripe), creándose mecanismos de resistencia del organismo frente a bacterias habitualmente sensibles.
  • Pueden enmascarar o alterar otra enfermedad dificultando el diagnóstico o facilitando un diagnóstico erróneo. Por ejemplo, el uso habitual de corticoides tópicos en problemas cutáneos en los que no está indicado.
  • Otro dato relevante a señalar es que el consumo de fármacos por cuenta propia aumenta con la edad, con los peligros que entraña la mayor interacción y la sobredosis ya de por sí más frecuente en pacientes ancianos.
  • Existe un grupo de fármacos como son los antibióticos, los antiinflamatorios y los analgésicos donde existe un consumo importante y en muchas ocasiones sin una indicación adecuada.

Beneficios de la automedicación

No todos los aspectos de la automedicación son negativos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) si se hace de una forma responsable puede ser una forma de atención válida en los países desarrollados. Es decir, no toda la automedicación es inadecuada por sí misma, el objetivo a conseguir sería la promoción de una automedicación responsable en la medida de lo posible.

La consecuencia positiva sería la solución de problemas banales de salud de forma autónoma y complementaria a la labor del médico, evitar el colapso y sobreuso de los recursos sanitarios cuando no son necesarios e incrementar la autonomía y responsabilidad personal en el cuidado de la salud.

Para ello es importante:

  • Enseñar a automedicarse. Es fundamental enseñar, aconsejar y educar por parte de los médicos.
  • Información sobre la enfermedad del paciente, su gravedad, duración y posibles complicaciones.
  • Aconsejar sobre el uso de los tratamientos: para qué sirve el fármaco, dosis y frecuencia de administración, efectos adversos, duración del tratamiento, qué hacer si no hay mejoría o hay agravamiento.
  • Educar sobre qué hacer en otras situaciones similares, fármacos que puede o no puede tomar, signos de alarma, favorecer la colaboración y la comunicación del paciente.

A la hora de tomar un fármaco:

  • El consumo del mismo debe tener una duración limitada. Si los síntomas no mejoran, aparecen otros nuevos o empeora se debe consultar con el médico.
  • Se debe leer y conservar el prospecto de todos los medicamentos.
  • Conservar los medicamentos en su embalaje original.
  • Prestar atención en información importante como la fecha de caducidad y el modo de conservación. El embalaje protege el medicamento y garantiza su adecuada conservación.
  • Evitar el consumo de alcohol o cualquier droga cuando se están tomando medicamentos.

En resumen

Así, en determinadas enfermedades banales o problemas menores como el dolor leve por un traumatismo, la fiebre por un cuadro catarral, la acidez de estómago puntual, un resfriado, etc., la automedicación puede ser conveniente durante un tiempo limitado. De hecho existen medicamentos que no precisan de receta médica y se pueden adquirir para este fin.

Por último, no hay que confundir que, aunque un medicamento no precise receta, es inocuo pues puede resultar perjudicial en determinadas circunstancias.

Respecto a fármacos que requieren receta médica y que, por tanto, precisan que un médico los prescriba, en líneas generales, se desaconseja su consumo por cuenta propia. Esto es especialmente frecuente con los antibióticos que prescripción médica ante la sospecha de una infección. Los antibióticos no se deben tomar nunca por iniciativa propia y sin la supervisión de un médico.