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Alergias, medidas y vacunación

Alergias, medidas y vacunación

Cuando llega la primavera es inevitable hablar de alergia, afectando por igual a adultos y niños.

La alergia es una reacción exagerada de nuestro organismo a una sustancia que reconoce como dañina y que se llama alérgeno. Los alérgenos suelen ser proteínas. Muchas sustancias pueden provocar una reacción alérgica pero las más frecuentes son:

  • Los alimentos.
  • Fármacos e inhalantes como el polen.
  • El pelo o caspa de animales.
  • y los ácaros del polvo.

La alergia tiene un fuerte componente hereditario y es normal que los niños alérgicos tengan familiares con enfermedades alérgicas, como el asma, rinitis, atopia o alergia a alimentos.

A primera vista podemos pensar que la alergia es una enfermedad banal y sin importancia pero esto no es cierto, ya que dificulta la calidad de vida del que la padece. Por esto es muy importante realizar un estudio alergológico precoz si hay síntomas, para poner el tratamiento más adecuado.

El diagnóstico de la alergia se realiza cuando existe una sospecha por parte del médico. Las pruebas las realiza el alergólogo y consisten en unos test cutáneos (prick test), una analítica de sangre y, en algunos casos, una prueba de provocación con el alérgeno causante de los síntomas.

El principal agente causal de las alergias en primavera es el polen de algunas plantas. En segunda posición estarían los ácaros del polvo, que aunque están presentes todo el año, encuentran, en la primavera, unas condiciones de temperatura y humedad excelentes para crecer.

Aproximadamente un 20% de las personas están sensibilizadas a algún tipo de polen. Los árboles y las plantas que causan problemas alérgicos durante la primavera son: gramíneas, ciprés, platanero, olivo y artemisa.

Los inviernos muy lluviosos provocan floraciones muy intensas en primavera, por lo que los niveles de polen son muy altos en la atmósfera y causan mayor incidencia de alergias en primavera.

Primavera y polen

Los síntomas más frecuentes en los niños o adultos alérgicos al polen y a los ácaros son los respiratorios:

  • Picor nasal y/o de los ojos.
  • Ojos rojos y lagrimeo constante.
  • Mucosidad líquida (agüilla) nasal.
  • Estornudos.
  • Congestión nasal sin otros síntomas de catarro.
  • Asma, dificultad respiratoria.

Los niños alérgicos al polen presentarán los síntomas de manera estacional, es decir, solo durante unas semanas al año que coincidirán con la época de floración de la planta a la que son alérgicos. Es resto del año, si tienen ninguna otra alergia, estarán sin molestias.

Los niños con alergia los ácaros tendrán síntomas durante todo el año y pueden emporar un poco más en primavera.

Para hacer una correcta prevención y tratamiento se debe conocer a qué es alérgico el niño, de esta manera, podremos evitar o disminuir la exposición al alérgeno causante de los síntomas.

La alergia tiene tratamiento. La medida más importante es la evitación del alérgeno. El Pediatra tiene un amplio abanico de tratamientos farmacológicos para aliviar los síntomas: antihistamínicos, broncodilatadores, antiinflamatorios... En algunos casos es posible la prevención de la alergia mediante vacunas (inmunoterapia). Es fundamental un estrecho control del Pediatra y una constancia en el cumplimiento del tratamiento para poder controlar los síntomas alérgicos.

Es imposible evitar el contacto con los ácaros del polvo y con el polen durante la época de floración, pero podemos tomar algunas medidas para reducir el contacto. La Red Española de Aerobiología realiza recuentos polínicos en diferentes puntos de la Península que pueden ser de utilidad a los pacientes alérgicos.

En las épocas más críticas el niño alérgico también puede presentar síntomas con agentes ambientales irritantes como: perfumes, ambientadores, contaminación de grandes ciudades y humo del tabaco.

Medidas para disminuir el contacto con el polen


  • Conocer el tipo de polen y la época de floración. Es muy importante para aplicar las siguientes medidas preventivas.
  • Mantener las ventanas cerradas de casa (sobre todo por la noche) y también las del coche.
  • Llevar gafas de sol.
  • Lavar bien las verduras antes de comerlas.
  • Evitar las actividades al aire libre.
  • Utilizar filtros para el aire acondicionado y cambiarlos anualmente.
  • Evitar actividades que mueven el polen como cortar el césped o barrer la terraza.
  • Antes de irse a dormir pulverizar con agua la habitación.
  • Los días de viento y sol intenso saber que aumenta la concentración de polen en el ambiente.
  • La concentración de polen es menor en los edificios y en las zonas marítimas.
  • Informarse de las concentraciones de polen de la zona donde se vive.

Medidas para disminuir el contacto con los ácaros del polvo


  • Limpiar el polvo con un paño húmedo.
  • Fregar y utilizar el aspirador, no barrer.
  • Aspirar semanalmente los sofás, somier y colchón.
  • Ventilar diariamente el dormitorio.
  • Evitar tener muchos objetos de decoración que faciliten la acumulación del polvo: peluches, libros, alfombras, juguetes...
  • Lavar semanalmente la funda del colchón.
  • Evitar colchones y cojines de lana y pluma.
  • Ventilar la ropa guardada en el armario antes de utilizarla.
  • Evitar humidificadores.
  • Si se va a una segunda residencia, ventilar la vivienda 24 horas antes.
  • Existen acaricidas y fundas especiales antiácaros que pueden ser útiles.

Vacunas para la alergia

Como hemos visto, el tratamiento idóneo para combatir la alergia es evitar el alérgeno, si bien, esto sólo es factible en determinadas alergias (como las alimentarias), en otras, como la alergia al polen, no es posible y se deben recurrir a la vacunación o inmunoterapia. El tratamiento de la alergia globalmente incluye control de los factores ambientales, fármacos para disminuir los síntomas, educación del paciente e inmunoterapia en los casos en los que se considere indicado.

La vacunación alérgica o conocida médicamente como inmunoterapia consiste en la administración de pequeñas cantidades de alérgeno de forma creciente a un paciente con el objetivo de "insensibilizarlo" a esa sustancia, es decir, disminuir el número de síntomas de forma que su alergia mejore o desaparezca.

Antes de indicar una inmunoterapia el alergólogo debe hacer un estudio del tipo de alergia del paciente con el fin de identificar el alergeno y la indicación de la vacuna.

Respecto a las edades en las que es aconsejable iniciar este tratamiento no hay una recomendación clara, en principio, se puede iniciar a cualquier edad (de niños a personas ancianas) y debe ser el alergólogo quien lo establezca en cada caso valorando diversos factores.

La inmunoterapia se puede administrar de forma subcutánea (inyecciones) o de forma sublingual (bajo la lengua).

Antes de iniciar la inmunoterapia el paciente ha de conocer que la duración del tratamiento es larga y que los resultados, en términos de alivio de los síntomas, tardan en aparecer.

Así, la inmunoterapia consta de dos fases:

  • Una primera fase de iniciación en la cual durante varias semanas seguidas (cada 7-10 días) se van administrando cantidades progresivas cada vez mayores del alérgeno.
  • Una segunda fase de mantenimiento en la cual las dosis de alérgeno máximas alcanzadas se administran de forma más espaciada. El tratamiento de mantenimiento suele alargarse de 3-5 años, la decisión de interrumpirlo se valorará de forma individual, ya que parece que el éxito del tratamiento está relacionado con la duración de la inmunoterapia. Es en esta fase donde suele notarse la mejoría.

La inmunoterapia se debe administrar bajo la supervisión de un médico, el paciente debe estar informado de las posibles reacciones tras su administración, que puede ser locales (inflamación de la zona) o mucho menos frecuentes sistémicas (síntomas generales respiratorios, cutáneos, etc). Por este motivo tras la inyección de la vacuna el paciente debe permanecer en reposo en el centro médico donde se le administre durante 30 minutos hasta comprobar que no hay ningún riesgo.